N° 32. segundo. Año 2025



23 de junio de 2025

Autoría:

  • Carmén Sellán Paniceres. Directeora del Centro de Apoyo a la Integración "La Unión"
  • Rosa Mª Rodríguez Iglesias. Psicóloga y tutora de prácticas.

El Centro de Apoyo a la Integración “La Unión” comparte su experiencia en la acogida de alumnado en prácticas, reflexionando sobre el valor que estas estancias formativas aportan tanto al propio centro como al proceso de aprendizaje del estudiantado. 

En esta entrevista participan Carmen Sellés Paniceres, directora del centro, y Rosa Mª Rodríguez Iglesias, psicóloga y tutora de prácticas. Ambas profesionales ofrecen una visión complementaria basada en su experiencia y compromiso con la formación de futuros y futuras profesionales del ámbito social. 

1. Presentación y contexto 

  • ¿Podrías contarnos brevemente qué es el Centro de Apoyo a la Integración “La Unión” y cuál es su misión principal? 

El Centro de Apoyo a la Integración “La Unión” es un centro de titularidad pública, gestionado por la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar del Principado de Asturias. Fue creado en 1986 y se encuentra ubicado en la localidad de Salinas, dentro del concejo de Castrillón. Su ámbito de actuación corresponde al área sanitaria III, y está orientado a la atención de personas adultas —mayores de 18 años— con diversidad funcional, concretamente con discapacidad intelectual. 

Se trata de un centro de día que ofrece atención personalizada, adaptada a las necesidades individuales de cada persona usuaria. Su misión, vigente desde su fundación, es proporcionar apoyos que promuevan la autonomía, el respeto, la mejora de la calidad de vida y el logro de metas personales, siempre desde una perspectiva centrada en la persona y sus expectativas vitales. 

El equipo profesional está compuesto por una directora, personal educador y auxiliar educador, una psicóloga, una fisioterapeuta que acude un día a la semana, y un conserje a tiempo completo. Además, el centro cuenta con servicios externalizados de limpieza, cocina y transporte. 

Cabe destacar que el nombre del centro ha evolucionado con el tiempo: inicialmente se denominaba “centro ocupacional”, pero pasó a llamarse “centro de apoyo a la integración” para reflejar mejor el perfil actual de las personas usuarias. En sus inicios, muchas de ellas no habían tenido acceso a formación académica ni a experiencias laborales o sociales fuera del entorno familiar, donde predominaba una visión centrada en la discapacidad. Muchos mantenían una relación con sus familias basadas en la infantilización y en la incidencia de sus incapacidades sin tener en cuenta la posibilidad de fomentar las capacidades individuales. Hoy en día, gracias a los cambios sociales y al acceso a la educación, el perfil ha cambiado notablemente, lo que ha permitido una atención más inclusiva y orientada al desarrollo de capacidades individuales. 

  • ¿Desde cuándo acogen en el centro alumnado en prácticas y qué perfiles sueléis recibir? 

El Centro de Apoyo a la Integración “La Unión” lleva acogiendo alumnado en prácticas desde hace al menos 15 años. A lo largo de este tiempo, hemos recibido principalmente estudiantes de titulaciones como Psicología, Pedagogía y del ciclo formativo de Técnico/a Superior en Integración Social. 

En cuanto al perfil del alumnado, no hemos observado cambios significativos a lo largo de los años. Lo que sí consideramos fundamental para una buena integración en el centro es la actitud: el respeto hacia las personas usuarias es clave. A partir de ahí, los conocimientos previos que cada estudiante aporte pueden enriquecer su experiencia y hacerla más instructiva desde el punto de vista profesional. En cualquier caso, siempre se trata de una experiencia positiva, tanto para el alumnado como para el equipo del centro. 

2. Experiencia como tutora de prácticas 

  • ¿Qué significa para vuestro centro recibir estudiantes en prácticas? 

Recibir estudiantes en prácticas es muy significativo para el Centro de Apoyo a la Integración “La Unión”, ya que se alinea con uno de nuestros objetivos fundamentales: dar visibilidad a las personas con discapacidad intelectual. Fomentamos todas aquellas actividades que promuevan la interacción de las personas usuarias con otros colectivos, identidades y profesionales en formación, ya que esto contribuye a un mayor conocimiento y comprensión de sus realidades. 

La presencia de alumnado en prácticas no solo enriquece el entorno del centro, sino que también ofrece a los estudiantes una experiencia directa y valiosa que puede marcar su desarrollo profesional. Es una oportunidad de aprendizaje mutuo que refuerza nuestro compromiso con una sociedad más inclusiva. 

  • ¿Cómo organizáis el acompañamiento y seguimiento del alumnado durante su estancia? 

Desde el primer momento, el centro realiza un proceso de acogida para el alumnado en prácticas, en el que se les explica el funcionamiento general del centro, los objetivos que perseguimos y la metodología que aplicamos en la atención a las personas usuarias. Esta primera toma de contacto es clave para que comprendan el enfoque del trabajo y se integren adecuadamente en el equipo. 

El alumnado participa desde el inicio en las reuniones de coordinación y acompaña a su tutor o tutora en las tareas diarias, lo que les permite conocer de cerca a las personas usuarias y formar parte activa del día a día del centro. Las tareas que realizan son las mismas que las de su tutor/a, siempre con su acompañamiento y supervisión, lo que garantiza una experiencia formativa segura y enriquecedora. 

En cuanto al seguimiento, se realiza una evaluación continua a lo largo de toda la estancia. Esta retroalimentación se lleva a cabo de forma diaria tanto por el profesional que acompaña al estudiante como por el equipo del centro, a través de las reuniones internas. Además, la psicóloga y la dirección del centro también participan en este proceso cuando se considera necesario, ya sea por iniciativa del propio alumnado o del equipo. 

Por último, se elabora una planificación individualizada para cada estudiante, teniendo en cuenta su formación previa, su disponibilidad y sus intereses específicos. Esto permite adaptar la experiencia a sus necesidades y objetivos formativos, asegurando así un aprovechamiento máximo de las prácticas. 

3. Impacto de las prácticas 

  • ¿Qué beneficios cree que aportan las prácticas tanto al alumnado como al propio centro? 

Las prácticas suponen una experiencia muy enriquecedora tanto para el alumnado como para el propio centro. Para los estudiantes, representan una oportunidad de conocer de cerca un ámbito profesional que, en muchos casos, les resulta desconocido hasta que tienen contacto directo con él. Les permite aplicar y comprender mejor los contenidos teóricos que reciben en sus estudios, descubrir recursos laborales y explorar ámbitos de trabajo que pueden convertirse en su futura vocación. 

Para el centro, la presencia de alumnado en prácticas es también una fuente de motivación. Nos impulsa a reflexionar sobre nuestra labor diaria, a mejorar nuestros procesos y, sobre todo, nos brinda la satisfacción de compartir nuestro trabajo con personas interesadas en la integración de las personas con discapacidad. 

Un ejemplo especialmente significativo fue la colaboración con un grupo de estudiantes del ciclo de Técnico/a en Integración Social de un instituto de Avilés. Durante sus prácticas, desarrollaron un proyecto de representación teatral en el que participaron todos los alumnos en prácticas y prácticamente todas las personas usuarias del centro. La obra se representó en el salón de actos del instituto ante todo el alumnado, y posteriormente se organizaron debates en cada aula sobre la experiencia, el proceso creativo, el significado de la obra y las capacidades de las personas con discapacidad. Esta iniciativa no solo visibilizó nuestro trabajo, sino que generó un impacto muy positivo en la comunidad educativa y en la percepción social de la discapacidad. 

4. Cultura de prácticas 

  • ¿Qué importancia crees que tiene fomentar una cultura sólida de prácticas en el Sistema Asturiano de Servicios Sociales? 

Fomentar una cultura sólida de prácticas en el Sistema Asturiano de Servicios Sociales es fundamental. Se trata de una actividad que, en la mayoría de los casos, aporta conocimiento, motivación y satisfacción tanto al alumnado como a los centros que los acogen. Las prácticas permiten a los futuros profesionales conocer de primera mano la realidad del sector, lo que les ayuda a tomar decisiones más informadas sobre su futuro laboral y a comprender mejor los contenidos teóricos que reciben en su formación. 

En este sentido, las prácticas juegan un papel clave en la profesionalización del sector. Ofrecen una visión directa y objetiva del trabajo diario, lo que contribuye a formar profesionales más preparados, comprometidos y conscientes de los retos y necesidades reales del ámbito social. 

La falta de una cultura de prácticas consolidada podría suponer un riesgo importante: limitar el acceso del alumnado a experiencias reales, reducir la conexión entre teoría y práctica, y dificultar la incorporación de nuevos profesionales con una visión completa del sector. 

En cuanto al papel de la Consejería, nuestra experiencia ha sido muy positiva. Siempre hemos recibido una respuesta ágil y eficiente ante cualquier duda o trámite relacionado con la acogida de alumnado en prácticas. 

  • En el caso de los centros que no reciben alumnado en prácticas ¿qué resaltarías como más positivo para que los centros acojan alumnado? 

Acoger alumnado en prácticas es una experiencia muy enriquecedora que aporta valor en ambas direcciones. Por un lado, el alumnado aporta energía, nuevas perspectivas y ganas de aprender; por otro, el centro se beneficia del intercambio de conocimientos, de la reflexión sobre su propia práctica y de la satisfacción de contribuir a la formación de futuros profesionales. 

Sin embargo, entendemos que algunos centros puedan sentir ciertas reticencias. Entre las barreras más comunes están el desconocimiento sobre cómo organizar las prácticas, el miedo a no hacerlo correctamente, la falta de personal disponible para asumir la tutoría o el temor a recibir críticas. Son preocupaciones comprensibles, pero superables. 

Para afrontarlas, sería útil ofrecer formación específica para los tutores y tutoras, compartir experiencias entre centros que ya acogen alumnado y aquellos que están empezando, y crear espacios de apoyo y acompañamiento desde la administración. La creación de una red de centros tutores, por ejemplo, podría ser una herramienta muy valiosa para compartir buenas prácticas y resolver dudas de forma colaborativa. 

  • ¿Qué consejo les daría a otros centros que están considerando empezar a recibir alumnado en prácticas? 

A los centros que están considerando empezar, les daría la enhorabuena. Están iniciando un camino indispensable si queremos formar profesionales comprometidos y bien preparados. Les animaría a implicar al alumnado en el día a día del centro, a confiar en el proceso y a ver esta experiencia como una oportunidad de crecimiento mutuo. 

Como recomendación, evitaría caer en el error de asignar al alumnado tareas poco significativas o desvinculadas del trabajo real. Es importante que se sientan parte del equipo, que comprendan el sentido de lo que hacen y que reciban una retroalimentación constante. Solo así la experiencia será verdaderamente enriquecedora para ambas partes. 

La experiencia del Centro de Apoyo a la Integración “La Unión” demuestra que la acogida de alumnado en prácticas no solo enriquece la formación de futuros profesionales, sino que también fortalece el compromiso de los centros con una atención más humana, inclusiva y participativa. Fomentar esta cultura de colaboración es clave para seguir construyendo un sistema de servicios sociales más sólido y conectado con la realidad.